Saturday, May 4, 2013

Federico Estrada


DELIRIO DE GRANDEZA
Enfermedad psicológica, de la rama de la paranoia, que
consiste en creerse falsamente un personaje poderoso o
importante y comportarse como tal (un Guardaespalda de el Presidente de Mexico,
un Grand politico, El unicio Que puede...  etc...) Este trastorno
de conducta suele encubrir una idea inaceptable o un
complejo de inferioridad . La persona sueña con una
situación o con unos lujos fuera de su alcance. Suelen
sucumbir a este tipo de delirio las personas con baja
autoestima que necesitan creerse en una situación
personal mucho mejor de la que se encuentran para poder
soportar la vida.


           ¿POR QUÉ MATAN?

La respuesta sería: por poder y dominación o por satisfacción sexual. Según Steven Egger (profesor de Justicia Criminal en la Universidad de Illinois, Director del primer proyecto para la identificación del asesino serial) el asalto sexual es el medio por el cual se alcanza poder y dominación final de la víctima, Otros sostienen que la causa es la desviación sexual y que el poder-dominación es la herramienta para la satisfacción.

Algunos asesinos sienten odio contra las mujeres, a quienes tratan de eliminar, y aun se debate si el asesino serial tiene inseguridad sobre su masculinidad, si los sádicos y crueles tratan de destruir a la mujer que llevan dentro (lado femenino). Joel Norris sostiene que si un asesino es muy rudo en el trato del cadáver de una mujer, seguramente el criminal tendrá rasgos finos o afeminados, nariz respingada, cabellos sedosos, etc. De acuerdo con Ressler, Burguess y Douglas, autores del libro Sexual Homicide, Patterns and Motives, se ha establecido una clasificación para diferenciar estos crímenes:
1.- Violadores que matan a la víctima para evitar ser descubiertos, no encuentran satisfacción sexual en el asesinato propiamente dicho.

2.- Asesinos impulsados por sadismo. Asesinan a la víctima, mutilan el cuerpo hasta lograr la satisfacción buscada y la concreción de sus fantasías.
La mente del asesino
Para poder analizar y comprender el accionar criminal, es necesario el análisis del síndrome de psicosis, ya que existe una relación estrecha entre homicidio y psicosis.

Si observamos la conducta homicida podremos observar que prevalecen elementos psicopatológicos confusionales y psicóticos, a saber: descontrol, insensibilidad, sadismo, impulsos destructivos y primitivos. Visto desde este ángulo podríamos afirmar que el accionar homicida es consecuencia de un proceso psicótico, que abarca antes, durante y después del delito.
Entre los asesinos en serie podemos diferenciar dos tipos: paranoides psicóticos (esquizofrénicos) y los psicópatas.

Esquizofrenia
Esta patología implica una desorganización en los aspectos intrapsíquicos que modifica su relación con el medio, su singularidad es la disgregación mental, conducta retraída, regresiva o extravagante. Cuando se presentan estos tipos de cuadros, los trastornos se muestran en todas las áreas de la personalidad, alteraciones en el pensamiento (disociación o incoherencia) que se manifiestan mediante ideas delirantes -delirios de grandeza, invención de celos, delirios místicos, delirios de persecución-, estos pensamientos son altamente peligrosos ya que el individuo siente que “debe” defenderse. Se manifiestan, además, amnesia o hipoamnesia vinculada a la desorientación espacio-temporal, alucinaciones visuales, auditivas u olfativas. Sus sentimientos están alterados, se muestra indiferente, inestable, las emociones que proyecta tienen un significado simbólico que pueden ayudar a entender su conducta criminal; esta actitud se ve más claramente en aquellos homicidas que mantienen una relación afectiva íntima con la víctima, y donde la conducta violenta aparece repentinamente en forma impulsiva e inesperada.

La conducta exterioriza actos repetidos sin finalidad coherente, su lenguaje puede ser infantil o formal y afectado con repetición de palabras o con incorporación de vocabulario nuevo; no poseen lógica en la asociación de ideas, su personalidad está totalmente desorganizada, no pueden realizar una actividad estable, existen amaneramiento, estereotipias y posturas.
Psicosis
Los rasgos psicosomáticos pueden dividirse en :
Los derivados de satisfacernecesidades distintas del común
A través del uso particular de la libertad, intolerancia a los impedimentos.
1.- Creación de códigos propios: sorteo de las normas; falta de remordimiento; y defensa aloplástica (depositan la responsabilidad de su fracaso en lo externo).
2.- Repetición de patrones conductuales: ritos; automatismo; impulsos; y sello psicopático.

3.- Necesidad de estímulos intensos: asunción de conductas riesgosas; tendencia al aburrimiento; escasos proyectos a largo plazo; uso de drogas; búsqueda de emociones intensas; y satisfacción sexual perversa.
Los derivados de la cosificación de las personas a través de egocentrismo, sobrevaloración.
Falta de empatía; manipulación; seducción (captación de las necesidades del otro); actuación; coherción; parasitismo; relaciones utilitarias; insensibilidad; crueldad; y tolerancia a situaciones de tensión.

Los actos psicopáticos graves
1.- Tormenta psicopática: homicidio brutal; masacre; violaciones en serie; y otros actos asociales graves.
2.- Perversiones sexuales.
Un psicópata no es consiente de sus actos, no puede distinguir lo bueno de lo malo, no es responsable de sus acciones (muchos abogados defensores y hasta los mismos criminales aducen padecer de esta patología para evitar la condena).
Se los diagnostica mediante su conducta irracional y carente de propósito, la falta de conciencia y de afectividad, son individuos que buscan fuertes emociones, que no sienten miedo ni por sus actos ni por las consecuencias de los mismos, son manipuladores y explotadores, puesto que las relaciones humanas no tienen para ellos ningún significado.
Por qué un individuo es violento o por qué mata, puede explicarse desde la Teoría del Innatismo, es decir, que el ser humano es violento por naturaleza. Freud sostenía que tenemos dos instintos, Eros y Thanatos. El primero representa la vida y el segundo la muerte. Debe existir un equilibrio entre ambos para que se dé la autorregulación u homeostasis en el ser humano.

Sin embargo, si el que predomina es el instinto de muerte, este dominará al de la vida y desencadenará la destrucción. Esta agresión o violencia pertenece a la herencia psicobiológica del individuo. Desde el punto de vista de la teoría del empirismo, es decir, aquella que sostiene que el hombre se hace violento en la sociedad, se ha concluido que el hombre es más agresivo que los animales, ya que éstos sólo matan por territorio, pareja, alimentos, etc. El hombre, en cambio, “ataca” por dinero, coraje, venganza o placer, es decir, que actúa según las circunstancias que se presentan en su medio social y de ellas dependerá su conducta.

Si los delincuentes manifiestan agresividad, esto no será privativo de una infancia traumática, puede deberse a sentimientos hostiles adquiridos intrafamiliarmente o en un contexto ambiental. la agresión por parte del delincuente está dirigida a personas o cosas por diferentes motivaciones como el odio, al venganza, traumas, etc.
Si el ataque es de tipo sexual, la explicación llega del lado de la sicología, ya que se ha demostrado que el delincuente sexual sufre de un complejo profundo de inferioridad que le impide lograr lazos afectivos y sexuales normales. Frente a esta incapacidad actúa a través de la violencia física o moral; su personalidad se muestra inmadura, tímida y retraída con respecto a sus relaciones afectivas. En un acto de violación, por lo tanto, manifestará miedo para obtener el objeto sexual, intentará reafirmar la masculinidad y dominio, y buscará disminuir el complejo de inferioridad.

Las víctimas de este tipo de delincuentes serán humilladas, torturadas, violadas y asesinadas como resultado de la demostración de la superioridad del atacante, quien rasgará sus ropas, las penetrará violentamente, eyaculará en ellas, rebanará sus partes sexuales, una situación que concibe como de dominio absoluto y que le provocará una excitación fuera de lo común, que es justamente lo qu
e necesita.

El abusador

[editar]Características generales

Los abusadores sexuales de menores son, mayoritariamente, hombres (aproximadamente, un 87%, y de más edad que los agresores de mujeres adultas, respecto de los que desempeñan profesiones más cualificadas y mantienen trabajos más estables) casados y familiares o allegados del menor, por lo que tienen una relación previa de confianza con este (solo entre el 15 y el 35% de los agresores sexuales son completos desconocidos para el menor); cometen el abuso en la etapa media de su vida (entre los 30 y los 50 años), aunque la mitad de ellos manifestaron conductas tendentes al abuso cuando tenían menos de 16 años (recuérdese que entre un 20 y un 30% de las agresiones sexuales a menores son cometidas por otros menores). Las mujeres abusadoras suelen ser mujeres maduras que cometen el abuso sobre adolescentes.
El abusador sexual es una persona de apariencia, inteligencia y vida normal. Con todo,
suelen presentar rasgos marcados de neuroticismo e introversión, así como inmadurez (en forma de infantilismo, por ejemplo). No obstante, la pedofilia suele aparecer junto con otra parafilia —el exhibicionismo, por ejemplo— y estar asociada a otros trastornos, como el alcoholismo, diliria de grandeeza, asasino, o la personalidad antisocial. No es infrecuente una relación entre la pedofilia y la personalidad obsesiva.
Según un estudio, la mitad de ellos no recibió ningún tipo de expresión de afecto durante su infancia y adolescencia, presenta problemas con el consumo de alcohol y no presenta déficit en habilidades sociales, aunque sí falta de empatía hacia sus víctimas, negando además el delito (rasgos no necesariamente acumulables en cada individuo).
También se ha señalado que la personalidad del abusador, que disfrutaría sometiendo a un niño y causando un sufrimiento, se encuadra dentro de lo que se denomina «estructura psicológica perversa».
Esta Tipos
Se pueden distinguir dos grandes tipos de abusadores: los primarios y los secundarios o situacionales.
  • Los primarios muestran una inclinación sexual casi exclusiva por los niños y su conducta compulsiva es independiente de su situación personal. Se trata, clínicamente, de «pedófilos» en un sentido estricto del término, que presentan unas distorsiones cognitivas específicas: consideran su conducta sexual como apropiada (no se siente culpables ni avergonzados), planifican sus acciones, pueden llegar a atribuir su conducta a un efecto de la seducción por parte del menor o pueden justificarla como un modo de educación sexual para este.
El origen de esta tendencia anómala puede estar relacionado con el aprendizaje de actitudes extremas negativas hacia la sexualidad o con el abuso sexual sufrido en la infancia, así como con sentimientos de inferioridad o con la incapacidad para establecer relaciones sociales y sexuales normales.
Pueden, además, coadyuvar determinados problemas de origen psicológico o social, como el abuso del alcohol o de las drogas, los estados depresivos, el escaso autocontrol e, incluso, en algunos casos, leve retraso mental.
  • En cuanto a los secundarios o situacionales, estos se caracterizan por que su conducta viene inducida por una situación de soledad o estrés: el abuso suele ser un medio de compensar la baja autestima o de liberarse de cierta hostilidad. No son estrictamente pedófilos, en tanto que su inclinación natural es hacia los adultos, con los que mantienen normalmente relaciones problemáticas (impotencia ocasional, tensión de pareja...); solo recurren excepcionalmente a los niños y lo hacen de forma compulsiva, percibiendo su conducta como anómala y sintiendo posteriormente culpa y vergüenza.
Muchos pedófilos, al ser descubiertos, niegan sus acciones e, incluso, llegan a negárselas a sí mismos. Otra actitud frecuente es la relativización de la trascendencia de los hechos (están convencidos de la imposibilidad de causarle problemas al menor o aluden a un factor de enamoramiento como justificante de la acción sexual) o el dirigir la responsabilidad hacia el menor, que es quien les ha fascinado para cometer los abusos.
La doctora Irene Intebi, experta en abuso sexual infantil, explica:
Contra lo que quisiéramos creer, otra vez más nos toman por sorpresa las estadísticas internacionales que señalan a los padres biológicos como los principales responsables de los abusos intrafamiliares. Estaríamos tentados a argumentar que eso corresponde a otras culturas, otras idiosincrasias, otros estilos de crianza. Recurramos al estudio llevado a cabo en Buenos Aires entre 1989 y 1992 sobre 138 casos. Los datos son incuestionables: el 42,5% de los abusadores son los padres biológicos. En segundo lugar, aparecen los familiares cercanos -incluyendo tíos, abuelos, hermanos, primos, etcétera- que representan el 23,7%. El tercer lugar corresponde a los conocidos no familiares, con el 17,5%. Solo en el último lugar entre los perpetradores identificados están quienes la opinión general supone son los abusadores más frecuentes: los padrastros, responsables de estos hechos en el 13,8% de los casos.